El Espejo Interno

La obra pictórica de Jorge Luna, que pudiera ubicarse simplemente dentro del hiperrealismo desarrollado en los 1970’s, gustosamente podemos decir que partiendo de ese concepto de pos vanguardia, hay una técnica abrumadora en cada una de sus pinturas que nos sorprende: la luz, más que su ausencia, el gozo, más que el dolor, la conciencia de las condiciones precisas que nuestro planeta requiere para que continuemos en él, son las directrices que configuran su obra, pero además el empleo de objetos cotidianos que aparecen como protagonistas en su obra, con gran sentido del humor, nos contagia de él y nos hacen partícipes de sus juegos con esferas, focos, palmeras, lechugas.

Ese sentido del humor, ligado al rigor y a la precisión en la representación de cada objeto, de cada ambiente, indican una gran capacidad de observación que el mismo artista manifiesta sorprenderse cuando por ejemplo, los reflejos a través de una esfera de cristal no son los esperados y descubre efectos no previstos; y duda de si él hace las pinturas o él es producto de su pintura, como lo afirma la crítica de arte Avelina Lésper.

Describe su intención por no dejar de ser niño, no perder la capacidad de seguirlo siendo y su aspiración de que sobre todo los niños, tengan la experiencia de observar su obra y que esa experiencia esté presente constantemente en ellos, y esta descripción que acompaña la observación de su obra nos hace comprender su intención: que lo que hemos perdido cuando el tiempo transcurre y crecemos en edad, lo rescatemos y sigamos siendo niños.

La humildad del artista se manifiesta cuando describe cómo es su trabajo: "Lo que hago es muy fácil, es un juego, en el que sí, el orden es fundamental, pero un orden placentero".

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